Reseña Cómic: Supergod

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Editorial: Avatar



Año: 2010





Guion: Warren Ellis 



Dibujo: Garrie Gastonny



Reseña: Hugo C 




Tras haber leído Global Frequency, me quedé con ganas de leer algo más de Warren Ellis. Iba a emprenderla con Transmetropolitan, pero teniendo en cuenta de que se trata de 60 números primero decidí hincarle el diente a algo más breve y hete aquí que termino reseñando Supergod (2010), una miniserie de cinco números con una premisa sencilla: los dioses no necesariamente piensan como nosotros.

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Pensemos en Thanos en Infinity War (2018). A primera vista su intención, su propósito, es encomiable: terminar con el hambre a escala universal. Ahora bien, desintegrar a uno de cada dos seres vivos del universo tal vez no sea una buena idea. De modo similar, el primer número de Supergod nos presenta la historia de Krishna, un superhéroe creado/clonado en la India con un cerebrito básicamente artificial. Thanos es un bebé de pecho comparado con Krishna, quien tiene la sana intención de sacar a su país de la miseria, pero su solución implica masacrar al 90 por ciento de la población local. Y de ahí en más las cosas van de mal en peor, con una carrera suicida a nivel mundial por crear el superhombre, o, por qué no, el superdiós más poderoso, en un mundo en el que las bombas atómicas acaban de quedar obsoletas. Una carrera que no sólo involucra a los obvios candidatos como los EEUU, China o Rusia sino otras potencias relativamente menores como Irán o la India.

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Y así vamos conociendo a los demás "superhéroes", por llamarlos de algún modo: Maitreya (China), Malak Al-Maut (Irán), Novaya Goraj, luego Perún (Rusia), entre otros; Morrigan Lugus, la versión británica de los Cuatro Fantásticos: tres astronautas (dos hombres y una mujer) que retornan a la Tierra fusionados con una criatura alienígena, los cuatro en un único cuerpo monstruoso; y no olvidemos a Jerry Craven, un superhombre biónico creado a costillas del Tío Sam a partir de un piloto de pruebas y mantenido en aislamiento en un vecindario artificial no muy distinto del de The Truman Show (1998), ni a Dajjal, otro muñequito de los yanquis pero creado con la capacidad de poder ver el flujo del tiempo y los distintos futuros posibles.

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Con la posible excepción de Jerry Craven, todos y cada uno de estos seres inhumanos tienen poderes distintos pero similares en cuanto funcionan a una escala, ya no digamos de un Superman, sino de un Doctor Manhattan como mínimo. Ninguno de ellos siente la más mínima empatía hacia los demás habitantes del planeta y conforme el mundo se va poblando de esas criaturas monstruosas, los seres humanos se terminan por convertir en hormiguitas en medio de un incendio. Ese incendio es el que se va desarrollando durante las cinco entregas de Supergod, una crónica de una muerte anunciada que no es sino el relato de uno de los (por ahora) sobrevivientes en un Londres terminal y reducido a escombros.

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El guión de Warren Ellis abunda en referencias, deconstrucciones y reformulaciones de cosas muy diversas: ya mencioné al pasar a los 4 Fantásticos y a The Truman Show, pero también, si uno mira bien, están Rocket Red, Frankenstein, Cthulhu y la vieja serie de The Six Million Dollar Man (y nótese que el año de "fabricación" de Jerry es 1974, el mismo en el que da comienzo la serie de TV). Más allá de esos detalles, el guión lleva su lógica interna hasta las últimas consecuencias y toda acción las tiene, ya se trate del intento de los venezolanos por crear su propio superhéroe (llamado Libertador) o la destrucción parcial de la Luna durante un combate. Ellis evita caer en uno de los varios errores que posteriormente cometería Jonathan Hickman en God Is Dead (2013), una serie con temática similar de la misma editorial, que no sólo desarrolla su premisa en forma decepcionante sino que estira el conflicto durante números y números hasta que uno termina tirando la toalla y abandonando la serie. Por el contrario, Supergod liquida la historia en cinco entregas y te la envuelve con moñito y papel para regalo. Eso sí, para lograr tal concisión se apoya en un narrador que despacha mucho, pero mucho texto, aunque hay que decir que en ningún momento se hace abrumador.

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El arte de Garrie Gastonny no deslumbra pero tampoco estorba, más que nada está para llevar adelante la historia sin distorsiones y eso lo logra sobradamente, con una estética similar a la de Crossed (Garth Ennis, 2008-2010) pero con un dibujo un poco (apenas) más refinado. Conforme la trama avanza y los superhéroes van interactuando –luchando, destruyéndose y reciclándose–, todo se torna cada vez más pesadillesco y demencial, un crepúsculo de los dioses que no da respiro hasta su inevitable conclusión. En resumen, un poco de sana diversión para toda la familia.




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